LOS AZTECAS
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Localización geográfica
El imperio azteca ocupaba la zona central del actual México, al Norte de los territorios mayas.
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Organización política
La política azteca era, teóricamente, democrática. El emperador (Tlacatecuhtli) era jefe político y religioso y cuyo cargo era electivo. A él estaban subordinados los calpullis, representantes de varias familias o clanes. A su vez, los representantes de los calpullis formaban el Tlatocan.
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Organización social
No existían clases sociales remarcadas, pero se puede mencionar la nobleza, sacerdotes que podían proceder tanto de familias nobles como humildes, artesanos, campesinos libres, siervos y esclavos. No eran estamentos cerrados: un hombre de familia humilde podía llegar a ser noble mediante sus esfuerzos.
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Economía
Las principales actividades económicas aztecas fueron la agricultura y el comercio. Una peculiaridad de la agricultura fueron las chinampas, islas flotantes fabricadas de cañas y barro en los lagos mexicanos. Con ellas evitaron el agotamiento del suelo. Los cultivos básicos fueron el frijol, el maíz, el ají y la calabaza. Para comerciar, utilizaban el trueque y semillas de cacao para saldar cuentas pendientes.
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Religión
La religión azteca era politeísta, aunque solo profesaban culto a unas pocas divinidades principales. Los dioses más importantes tenían relación con el ciclo solar y agrícola. Algunos de ellos eran Tezcatlipoca (dios de la noche y de los guerreros), Quetzalcoátl (creador del hombre y protector de la vida y la fertilidad), Huitzilopochtli (dios del Sol y la guerra) y Tláloc (dios de la lluvia y el trueno). En la religión azteca los sacrificios humanos eran muy corrientes.
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Manifestaciones artísticas
Los aztecas eran maestros orfebres que trabajaron la plata y el oro. La cerámica fue la forma de expresión popular, destacando figuras de mujeres que representaban la fertilidad. La escultura, sin embargo, sólo se asociaba a grandes obras monumentales.
Los aztecas utilizaban la escritura pictográfica grabada en papel o piel de animales. Todavía se conserva alguno de estos escritos, llamados códices.
Eran libros en papel de amate o en piel de venado, doblados a manera de biombo. Plasmaban dibujos figurativos y una escritura pictográfica que servía como recordatorio de narraciones históricas, religiosas o litúrgicas. La inmensa mayoría de los códices aztecas son copias de códices antiguos o recopilaciones posteriores a la conquista realizadas a requerimiento de los frailes. Los identificados plenamente con el mundo azteca son el Códice borbónico y el Tonalamatl Aubin, los más antiguos, y los pertenecientes al grupo Magliabecchiano, entre los que destacan el propio Magliabecchiano, el Códice Tudela, el Códice Ixtlilxochitl y el Códice Veitia.
Cada libro o códice, consiste de una tira de hasta 12 metros de longitud y 15'18 cm. de alto, hecha de papel, ropa de maguey o piel de ciervo y doblada en zigzag o como concertina como un mapa moderno, para que donde sea que el usuario la abriera tuviera dos páginas a la vista. Los extremos de la tira eran engomados a delgadas placas de madera que servían como cubiertas y eran algunas veces decoradas con pinturas o con discos de tuquesa. Ambos lados de la tira estaban cubiertos con escritura y dibujos, y las páginas individuales estaban divididas en secciones por líneas rojas o negras. Cada página era normalmente leída de arriba hacia abajo, sin embargo, en algunos códices el arreglo es de zigzag o aún alrededor de la página. La tira era escaneada de izquierda a derecha. Esta enorme producción de documentos dependía de un constante suplemento de material crudo, y cada año 24,000 resmas, el equivalente a 480,000 hojas, eran enviadas a Tenochtitlán. El papel Azteca estaba hecho de la corteza interna de varias especies de árboles de higo. La corteza era empapada en un río o en un baño de agua inglesa, y las fibras eran separadas de la pulpa y colocadas en una superficie suave, dobladas y golpeadas con una piedra que tenía una cresta. Un material para fijar (probablemte una goma de origen vegetal), era añadida y las fibras eran golpeadas hasta formar una delgada y homogénea hoja. Después de suavizarla y secarla, las fibras de corteza procesadas se habían convertido en papel, pero la superficie era aún porosa y rugosa, no conveniente para pintar hasta que le dieran un cubierta de barniz calcáreo o tamaño.
Mito de la creación
Los nahuas tenían varios mitos de la creación, resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcoatl dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se da a la tarea de crear a los primeros hombres.
Según otro mito conocido como la tele da del quintó sol, en el principio, todo era negro, sin vida, muerto. Los dioses se reunieron en Teotuhuacan planteándose la cuestión de quién tendría la carga de crear al mundo, para lo cual uno de ellos se tendría que arrojar a una hoguera. Dos de ellos fueron seleccionados como víctimas para tal fin.
Sin embargo el más fuerte y vigoroso, al momento de lanzarse a la hoguera, retrocede ante el fuego; por lo que el segundo, un pequeño dios, humilde y pobre (usado como metáfora del pueblo azteca sobre sus orígenes), se lanza sin vacilar al fuego, convirtiéndose en el Sol Al ver esto, el primer dios, sintiendo coraje, decide arrojarse a la hoguera, convirtiéndose en la Luna.
Incluso así, los dos astros siguen siendo inertes en el cielo y es indispensable alimentarlos para que se muevan. Entonces otros dioses deciden sacrificarse y dar el agua preciosa que es necesaria para crear la sangre. Por lo tanto, se obliga a los hombres a recrear eternamente el sacrificio divino original.
Costumbres
Cuando nacía un niño azteca se celebraba mucho. Las celebraciones se prolongaban durante varios días, en los que los astrólogos comprobaban que día podía ser favorable para darle el nombre al recién nacido.
El baño formaba parte de la vida cotidiana de los aztecas, tanto para mantenerse limpios como para purificarse. Prácticamente todas las casas aztecas tenían adosado a un costado un baño de vapor. La casa de baños era un edificio pequeño calentado por un hogar. Cuando se arrojaba agua a las paredes calientes del interior la habitación se llenaba de vapor.
Para una mujer Azteca la casa significaba casi todo. Pasaba la mayor parte de día en ella cuidando de los niños, cocinando o tejiendo.
Localización geográfica
Organización política
Organización social
Economía
Religión
Manifestaciones artísticas
Los aztecas utilizaban la escritura pictográfica grabada en papel o piel de animales. Todavía se conserva alguno de estos escritos, llamados códices.
Eran libros en papel de amate o en piel de venado, doblados a manera de biombo. Plasmaban dibujos figurativos y una escritura pictográfica que servía como recordatorio de narraciones históricas, religiosas o litúrgicas. La inmensa mayoría de los códices aztecas son copias de códices antiguos o recopilaciones posteriores a la conquista realizadas a requerimiento de los frailes. Los identificados plenamente con el mundo azteca son el Códice borbónico y el Tonalamatl Aubin, los más antiguos, y los pertenecientes al grupo Magliabecchiano, entre los que destacan el propio Magliabecchiano, el Códice Tudela, el Códice Ixtlilxochitl y el Códice Veitia.
Cada libro o códice, consiste de una tira de hasta 12 metros de longitud y 15'18 cm. de alto, hecha de papel, ropa de maguey o piel de ciervo y doblada en zigzag o como concertina como un mapa moderno, para que donde sea que el usuario la abriera tuviera dos páginas a la vista. Los extremos de la tira eran engomados a delgadas placas de madera que servían como cubiertas y eran algunas veces decoradas con pinturas o con discos de tuquesa. Ambos lados de la tira estaban cubiertos con escritura y dibujos, y las páginas individuales estaban divididas en secciones por líneas rojas o negras. Cada página era normalmente leída de arriba hacia abajo, sin embargo, en algunos códices el arreglo es de zigzag o aún alrededor de la página. La tira era escaneada de izquierda a derecha. Esta enorme producción de documentos dependía de un constante suplemento de material crudo, y cada año 24,000 resmas, el equivalente a 480,000 hojas, eran enviadas a Tenochtitlán. El papel Azteca estaba hecho de la corteza interna de varias especies de árboles de higo. La corteza era empapada en un río o en un baño de agua inglesa, y las fibras eran separadas de la pulpa y colocadas en una superficie suave, dobladas y golpeadas con una piedra que tenía una cresta. Un material para fijar (probablemte una goma de origen vegetal), era añadida y las fibras eran golpeadas hasta formar una delgada y homogénea hoja. Después de suavizarla y secarla, las fibras de corteza procesadas se habían convertido en papel, pero la superficie era aún porosa y rugosa, no conveniente para pintar hasta que le dieran un cubierta de barniz calcáreo o tamaño.
Eran libros en papel de amate o en piel de venado, doblados a manera de biombo. Plasmaban dibujos figurativos y una escritura pictográfica que servía como recordatorio de narraciones históricas, religiosas o litúrgicas. La inmensa mayoría de los códices aztecas son copias de códices antiguos o recopilaciones posteriores a la conquista realizadas a requerimiento de los frailes. Los identificados plenamente con el mundo azteca son el Códice borbónico y el Tonalamatl Aubin, los más antiguos, y los pertenecientes al grupo Magliabecchiano, entre los que destacan el propio Magliabecchiano, el Códice Tudela, el Códice Ixtlilxochitl y el Códice Veitia.
Cada libro o códice, consiste de una tira de hasta 12 metros de longitud y 15'18 cm. de alto, hecha de papel, ropa de maguey o piel de ciervo y doblada en zigzag o como concertina como un mapa moderno, para que donde sea que el usuario la abriera tuviera dos páginas a la vista. Los extremos de la tira eran engomados a delgadas placas de madera que servían como cubiertas y eran algunas veces decoradas con pinturas o con discos de tuquesa. Ambos lados de la tira estaban cubiertos con escritura y dibujos, y las páginas individuales estaban divididas en secciones por líneas rojas o negras. Cada página era normalmente leída de arriba hacia abajo, sin embargo, en algunos códices el arreglo es de zigzag o aún alrededor de la página. La tira era escaneada de izquierda a derecha. Esta enorme producción de documentos dependía de un constante suplemento de material crudo, y cada año 24,000 resmas, el equivalente a 480,000 hojas, eran enviadas a Tenochtitlán. El papel Azteca estaba hecho de la corteza interna de varias especies de árboles de higo. La corteza era empapada en un río o en un baño de agua inglesa, y las fibras eran separadas de la pulpa y colocadas en una superficie suave, dobladas y golpeadas con una piedra que tenía una cresta. Un material para fijar (probablemte una goma de origen vegetal), era añadida y las fibras eran golpeadas hasta formar una delgada y homogénea hoja. Después de suavizarla y secarla, las fibras de corteza procesadas se habían convertido en papel, pero la superficie era aún porosa y rugosa, no conveniente para pintar hasta que le dieran un cubierta de barniz calcáreo o tamaño.
Los nahuas tenían varios mitos de la creación, resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcoatl dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se da a la tarea de crear a los primeros hombres.
Según otro mito conocido como la tele da del quintó sol, en el principio, todo era negro, sin vida, muerto. Los dioses se reunieron en Teotuhuacan planteándose la cuestión de quién tendría la carga de crear al mundo, para lo cual uno de ellos se tendría que arrojar a una hoguera. Dos de ellos fueron seleccionados como víctimas para tal fin.
Sin embargo el más fuerte y vigoroso, al momento de lanzarse a la hoguera, retrocede ante el fuego; por lo que el segundo, un pequeño dios, humilde y pobre (usado como metáfora del pueblo azteca sobre sus orígenes), se lanza sin vacilar al fuego, convirtiéndose en el Sol Al ver esto, el primer dios, sintiendo coraje, decide arrojarse a la hoguera, convirtiéndose en la Luna.
Incluso así, los dos astros siguen siendo inertes en el cielo y es indispensable alimentarlos para que se muevan. Entonces otros dioses deciden sacrificarse y dar el agua preciosa que es necesaria para crear la sangre. Por lo tanto, se obliga a los hombres a recrear eternamente el sacrificio divino original.
Costumbres
Cuando nacía un niño azteca se celebraba mucho. Las celebraciones se prolongaban durante varios días, en los que los astrólogos comprobaban que día podía ser favorable para darle el nombre al recién nacido.
El baño formaba parte de la vida cotidiana de los aztecas, tanto para mantenerse limpios como para purificarse. Prácticamente todas las casas aztecas tenían adosado a un costado un baño de vapor. La casa de baños era un edificio pequeño calentado por un hogar. Cuando se arrojaba agua a las paredes calientes del interior la habitación se llenaba de vapor.
Para una mujer Azteca la casa significaba casi todo. Pasaba la mayor parte de día en ella cuidando de los niños, cocinando o tejiendo.
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